martes, 22 de febrero de 2022

Programa Minorías Étnicas - #AprendeDiversidad / #Aprendizaje_INAP

¡Hola otra vez! Esta semana vengo a hablar de un ejemplo sobre buenas prácticas en igualdad de trato y no discriminación que se ha llevado a efecto en la Administración a la que pertenezco, la Comunidad de Madrid. Buena práctica entendida como política, actuación o herramienta capaz de introducir transformaciones con efectos positivos en un ámbito determinado.  

Introducción

Me refiero a las acciones de sensibilización con objeto de fomentar la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres dirigidas a la población en riesgo de exclusión social, prioritariamente de minorías étnicas, que se desarrollaron en el marco del Programa Operativo de la Comunidad de Madrid (2014-2020), cofinanciado al 50% por el Fondo Social Europeo. Este Programa aunaba los esfuerzos de varias Direcciones Generales pertenecientes a diferentes Consejerías, y se concentraba en tres ejes prioritarios:

  • 1A “Fomento del empleo sostenible de Calidad y de la movilidad laboral”.
  • 2A “Promover la inclusión social y luchar contra la pobreza y cualquier forma de discriminación”.
  • 8A “Asistencia técnica”.

Dentro del eje prioritario 2A encontramos el “Programa Minorías Étnicas”, desarrollado por la Dirección General de Igualdad, que se ha convertido en un interesante instrumento para luchar contra la discriminación múltiple, dado que las desigualdades entre hombres y mujeres pueden verse potenciadas por el hecho de pertenecer a una minoría étnica.


Está previsto realizar nuevas acciones con el FSE+, así que, espero que la experiencia obtenida con la aplicación del citado Programa sirva de base para hacer de este instrumento un elemento clave en la mejora de la sensibilización social.

Ámbito de actuación

Este Programa se centró en los jóvenes, pero no se enfocó solamente en ellos, sino que se extendió a otros ámbitos para conseguir un efecto global: la familia y la escuela. 

Dirigido a jóvenes pertenecientes a minorías étnicas, preferentemente población gitana de entre 12 y 25 años, se desarrollaron acciones para educar en valores de igualdad y respeto, y eliminar los prejuicios y prácticas culturales basados en la idea de inferioridad y superioridad entre sexos. Se analizaron los estereotipos de género y los tipos de violencia contra las mujeres, buscando estrategias para facilitar la participación de éstas en la vida económica y social. Se fomentaron las habilidades relacionales, de autoestima, comunicación. Se promovió la conciliación de la vida laboral, familiar y personal y la corresponsabilidad. Y se complementó estos contenidos con acciones de promoción de la salud, de orientación profesional, para la iniciación al uso de las nuevas tecnologías, etc.

Debido al peso que la familia tiene especialmente en esta población, cualquier iniciativa de cambio en los participantes afecta a todo el conjunto familiar, y por ello se realizaron actuaciones dirigidas a los familiares (padre, madre, abuelos, hermanos…). Se informó del trabajo realizado para lograr que la familia se involucrara, dando continuidad a las acciones desarrolladas; y se potenció el diálogo, especialmente sobre temas relacionados con la equidad de género, promoción socioeducativa de la mujer, reparto de tareas, conciliación, etc.

En cuanto a los profesionales y formadores, y con el fin de afianzar los conocimientos adquiridos en las actuaciones desarrolladas, se realizaron acciones de sensibilización en materia de igualdad de oportunidades para el personal que trabaja con estos colectivos.

Impacto y resultados

Para conseguir cualquier objetivo de manera realista es imprescindible tener en cuenta los aspectos relacionados desde una perspectiva general. En el planteamiento de este Programa estuvo muy presente la idea de que el principal reto no era tanto el de abrir la mente de los jóvenes, de por sí más receptivos. El principal reto era su entorno, pues podía lastrarles en sus avances, considerando la importancia de la tradición y de las costumbres en estas familias.

Definido este planteamiento inicial, y una vez determinadas las acciones a realizar en los tres aspectos interrelacionados (jóvenes, familia y educadores), empezó a desarrollarse el programa, que ha durado tres años: 2018, siendo éste el año en el que más acciones pudieron llevarse a término; 2019, año en el que el ritmo comenzó a descender; y 2020, año en que se redujo aún más, debido a las dificultades que sobrevinieron con motivo de la pandemia.

Ciertamente podemos decir que la pandemia ha supuesto un grave inconveniente en el desarrollo de estas acciones. Por un lado, desde el punto de vista de la imposibilidad de celebrar sesiones presenciales, deteniendo completamente el camino iniciado por los jóvenes antes de su estallido. Por otro lado, por el confinamiento y los problemas económicos que trajo para muchas familias que ya se encontraban previamente en riesgo de exclusión, y cuyos trabajos eran necesariamente presenciales y se tuvieron que interrumpir. El confinamiento mismo agravó problemas de salud mental y situaciones de violencia en el seno familiar, por lo que podemos decir, sin duda, que supuso un paso atrás en este proceso.  


Debilidades y Fortalezas

Para concluir, comentaremos las debilidades y fortalezas de este Programa, a tener en cuenta para el futuro…

Como debilidad quería comentar principalmente el retroceso que ha supuesto la pandemia. Por supuesto, era totalmente imposible de prever algo parecido, y ninguna Administración podía estar preparada para un evento así, pero el hecho es que nos ha paralizado en muchos aspectos, y se han dejado de lado actuaciones que eran importantes pero no prioritarias. Al menos nos ha servido para darnos cuenta de que tenemos mucha tecnología a nuestro alcance que nos puede ayudar, aunque tenemos que ser conscientes de que hay colectivos de personas que no tienen fácil acceso a estas tecnologías, y deberían buscarse alternativas para ellos.

En cuanto a las fortalezas, hay que destacar el planteamiento holístico de este programa. Sin duda es un objetivo ambicioso tratar de llegar a las familias, pero es el enfoque correcto, puesto que de nada sirve formar a un niño en el colegio si luego en casa se le va a enseñar lo contrario. La única forma de acabar con la cronicidad de la desigualdad es formando también a los mayores, que son el ejemplo a seguir por los jóvenes. Por eso debe concebirse el proceso de sensibilización como un proceso integral.



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