El mercado laboral español
se caracteriza por dificultar la entrada y la permanencia de ciertos
colectivos, o, directamente expulsarles. Reforma tras reforma, aunque se
producen leves avances, sigue siendo una jungla en la que sólo sobreviven los
más fuertes, preferiblemente hombres jóvenes y sanos. Y es por eso que muchas
personas encuentran su sitio en el empleo público: discapacitados, colectivos
en riesgo de exclusión, personas mayores de 45 años (a las que aún les faltan
alrededor de veinte años para jubilarse, y que gozan de una experiencia muy
valorada en otros países de nuestro entorno, pero no aquí…) y mujeres.
Que la edad media de los
opositores está subiendo considerablemente no es ningún secreto, yo no dejaba
de sorprenderme de ver en los exámenes a compañeros cada vez mayores, y apenas
encontrar opositores menores de 40 años. Si se supera el proceso
selectivo, es posible acceder a un puesto, siempre que no se haya alcanzado la
edad de jubilación. Y en esas estamos, buscando algo que el sector privado no
ofrece, como comenta este artículo: “Opositar cumplidos los
45 está a la última”.
Ciertamente el empleo público es
estable, ofrece más posibilidades de ascenso en igualdad de condiciones,
mejores horarios… Pero también tiene sus peculiaridades: la contratación
temporal tiene una incidencia mayor en la Administración (31,7%) en comparación
con el sector privado (18,6%), y es de destacar que el sector público paga
mejor al personal menos formado, y retribuye peor a los empleados más
cualificados, curiosamente con especial incidencia en el caso de los hombres
(-5 puntos).
Respecto a las mujeres en lo
público, ellas ya son mayoría (el 55%, frente al 41% en el sector privado).
Además, las mujeres ganan siempre en el sector público, puesto que reciben una
prima salarial respecto al sector privado, tanto las cualificadas (+ 8 puntos),
como las menos cualificadas (+13 puntos). Podéis profundizar en este
análisis aquí: “Paradojas del empleo
público: premia a los menos formados y castiga a los cualificados”.
¿Por qué tenemos que acudir al
sector público? En esto me incluyo yo misma, que decidí abandonar la privada en
su momento… Creo que es porque aún se piensa que somos menos rentables que un
trabajador masculino. Es cierto que hemos avanzado bastante en la
corresponsabilidad, por ejemplo, con la equiparación del permiso por nacimiento
de hijos. Pero está claro que persiste el estereotipo de que la mujer es quien debe
encargarse principalmente de las cargas familiares, y por eso resulta menos
productiva. Y ¿qué decir de las jefas mujeres? ¿por qué prefieren rodearse de
equipos de hombres y ven a las demás mujeres como rivales? Este comportamiento ya se
conoce, conforme a este artículo, como "el síndrome de la
abeja reina". Está claro que nosotras mismas tenemos parte de
culpa en el mantenimiento de estos estereotipos.
Y ¿qué se puede hacer? Cambiar de mentalidad. Olvidarnos de estereotipos y de clichés, y tratar de construir entre todos un mercado laboral abierto, inclusivo, igualitario y humano. Es posible conciliar y ser un buen trabajador. Es posible ser mayor y tener una experiencia muy valiosa que aporte un valor añadido a tu trabajo. Es posible ser un discapacitado y constituir la clave de la cohesión de un equipo. Y es posible ser mujer y trabajar en cualquier sector, público o privado, en buenas condiciones… Por no hablar del emprendimiento, que nos da para otro artículo.
Continuará…
No hay comentarios:
Publicar un comentario